24 dic 2008

Historia de un crimen: la muerte de Riaño

.-Leo una historia ya conocida, perteneciente a nuestro pasado cercano. Que , particularmente solo recuerdo cuando paso por alli.
Repaso unos recortes de periodico de la epoca. Los antidisturbios ocupando Un Pueblo que iba a ser anegado por las aguas de una presa. No puedo respetar a un poder que se impone por la fuerza, ni a un estado que plantea la ley del Embudo. Convivo con el porque la mayoria asi lo elige, pero no puedo sentirme parte de determinadas mentiras , ni de sus pregoneros.
Hoy , seguramente habra muchos befeficiados de aquello. Solo espero que no sean contructoras, campos de golf, o tierras de cultivo donde antes solo habia secano.
Marilin Manson destroza un clásico del tecno. Sus cuerdas bocales desgarran “Amor Infestado” (Tainted Love) “” Besame, amor infestado, tocame, amor infestado.........””


2.008 es el año en el que se cumplen los 20 años del llenado de la presa de Riaño. Bajo sus aguas nos miran silenciosos los fantasmas de los hombres que habitaron aquel valle maravilloso, con una de las rentas per cápitas más elevadas de España y una economía fructífera. Sus espíritus nos miran desde las profundidades mientras deambulan buscando bajo el fango sus casas, sus calles, los chopos en los que criaban las cigüeñas, las parcelas en las que guardaban sus vacas. Nos hablan pidiendo que no nos olvidemos.


La vega de Riaño en el verano del 87. Se observan en las laderas las cicatrices que corresponden a la construcción del nuevo Riaño, mientras que el viejo, ya derruido cuando tomé la imagen, estaba en la esquina inferior derecha de la foto, bajo los pilares del viaducto.

Unos meses antes, en diciembre de 1.987 Simón Pardo, un vecino rienense se abría el costado izquierdo de un escopetazo que él mismo se dio, desesperado ante el desalojo de su casa, de su pueblo, de su valle y de sus tierras. Perdía con el desalojo mucho más que su hogar. Perdía la memoria, sus recuerdos, su infancia, la vida heredada de sus mayores, sus costumbres, la seguridad que le ofrecía vivir y dejar pasar la vida allí, en el lugar donde nació. Perdía su vida. Se perdía a sí mismo, desahuciado. Cuando se disparó en el costado izquierdo, Simón Pardo ya estaba muerto. Lo habían matado los políticos y los técnicos que se empeñaron en construir su tumba de agua y lodo. ¿Pero cómo se pudo llegar hasta este extremo?. Todo comenzó como una mala pesadilla muchos años antes, en algún oscuro y aséptico despacho, muy lejos del olor del ganado, del crotorar de las cigüeñas y del humo de las chimeneas que anunciaba un nuevo día en la montaña leonesa. Esta es la historia de un crimen que nunca se debió cometer. Hoy, en los albores de 2009, su recuerdo sirve para que aquellos que pasen por el embalse y el nuevo Riaño conozcan la historia, y con su recuerdo alivien el sufrimiento de los fantasmas que siguen sumergidos bajo las aguas. Porque su sufrimiento es mayor cuanto más pequeña es la memoria de lo sucedido. Cuanto más lejanos son los recuerdos. Recupera, pues, su historia y no la olvides, conócela y súbete a los tejados de Riaño para aliviar la desesperación de quienes murieron en vida cuando los derribaron. Todos somos Simón Pardo.

Paisaje rienense anterior a la inundación del valle.

La primera vez que se habla del proyecto fue en un lejanísimo año de 1.902 cuando un Decreto Ley aprueba la construcción del Embalse de Riaño. Aquella primera idea grandilocuente se acaba olvidando, pero hasta en tres intentos posteriores -1.928, 1.931 y en 1.939- se reconsidera su construcción. No obstante la idea vuelve a caer en el olvido, oculto el proyecto en algún cajón polvoriento, hasta que en 1.962 se retoma definitivamente dentro del marco de lo que posteriormente sería, de manera oficial a partir de 1.965, el Plan Tierra de Campos, que pretendía dar un fuerte impulso a la agricultura.

Al año siguiente -1.963- se aprueba el Anteproyecto y el 22 de febrero del 66 el Consejo de Ministros hace lo propio con el proyecto definitivo. Ya no hay vuelta atrás. El reloj comienza a caminar, despacio pero de forma inexorable. Cada segundo que pasa, es un segundo menos de vida. Cada día que amanece, es un amanecer menos en la feraz vega de Riaño. Un día menos; una noche menos. Así, aunque aún restarán muchos años hasta el anegamiento del valle, día a día se acaban los días.

Tan sólo unos meses después, en agosto de ese mismo año, 400 obreros y sus maquinarias toman al asalto la montaña leonesa infiriendo las primeras heridas en su roca. La presa proyectada tiene una longitud de 337 metros y una altura de 91, y con el agua embalsada se pretendió irrigar 100.000 hectáreas, algo que posteriormente nunca se hizo realidad, convirtiéndose, muy por el contrario, en una burla cruel a tanto sufrimiento gratuito. Para ello Riaño, Burón, Pedrosa del Rey, La Puerta, Escaro, Vegacerneja, Huelde, Salio y Anciles deben sucumbir bajo las aguas. Y con ellos la vida, los sueños, las esperanzas y la justicia de todos sus habitantes. Lo que en un principio iban a ser cuatro años de obras, se prolongan y llegan a estar paradas mucho tiempo. Se tarda también mucho en comenzar el pago de las indemnizaciones, aunque en 1.977 están casi todas abonadas.

El 13 de mayo de 1.984 amanece en el muro de la presa escrita la palabra DEMOLICIÓN, de cinco metros de alto y pintada en color rojo sangre. Durante años fue el símbolo de la resistencia de todo un valle. Aún tengo bien grabada en mi memoria, como si la hubiera visto ayer mismo, la palabra gritando justicia cada vez que viajaba por aquella carretera, hoy bajo las aguas turbias del embalse.





DEMOLICIÓN, el símbolo de la resistencia de toda una comarca a morir ahogada.

Esa primavera de 1.984 el recién estrenado gobierno autónomo -socialista en aquella primera legislatura castellano leonesa- quiere iniciar los desalojos. La policía toma los pueblos como si de una guerra se tratara, mientras 300 ecologistas impiden la entrada de unos técnicos al ayuntamiento. El 10 de marzo de 1.986 la CHD envía las cartas de desalojo y se producen peleas y algunos encontronazos con la policía. El 27 de octubre se produce una carga policial de los antidisturbios ante el impedimento de ecologistas y paisanos de dejar trazar una zanja a operarios de telefónica. Finalmente, una fría mañana de noviembre los que permanecen de guardia en el campanario de la iglesia hacen repicar las campanas para que los vecinos salgan a las calles a defender sus casas ante la invasión de la guardia Civil, que hace gala de un poderío propio del régimen anterior. Decenas de Guardias Civiles a caballo, muchos más a pie, otros con perros, además de un robot antiexplosivos y hasta un helicóptero se despliegan en el pueblo.

No es hasta diciembre de ese 1.986 cuando se producen las primeras demoliciones, aunque tan sólo unos días después, durante las navidades se aplazan temporalmente las órdenes de desalojo y derribos de las casas hasta la 2ª quincena de enero. Cuarenta jóvenes aguantan las heladas y el frío subidos a los tejados, son los tejadistas. El 17 de mayo de 1.987 el actor nacido en Riaño, Imanol Arias, lee un manifiesto con sabor a despedida. Todos saben que el rodillo comenzó a aplastar la justicia de los comarcanos hace mucho tiempo y ya no puede ser detenido. El 7 de julio de 1.987 se retoman definitivamente las demoliciones de algunos de los pueblos -Riaño, Huelde, Pedrosa, La Puerta, Escaro y Anciles-, a pesar de la presencia de tejadistas. Trescientos Guardias Civiles tienen tomado el pueblo.




Construcción del Nuevo Riaño por encima del cadáver del verdadero Riaño.

Veo algunas de mis viejas diapositivas y revivo los días pasados en el valle a lo largo de aquel verano. Mi memoria me trae hasta el presente el pueblo recién arrasado. Es domingo, y los paisanos, muertos en vida, escuchan misa entre las ruinas junto a un gran montón de pacas de paja. Allí está el cura ataviado de blanco hablando a los feligreses de pie, rodeados de destrucción, con el cielo por techo y los árboles por paredes. Aún estaban todos los chopos sin cortar y las cigüeñas aún no los habían abandonado camino de África. Recuerdo con precisión pasear por lo que un día fueron sus calles, ahora ya reducidas a meros caminos entre los escombros de las casas.


Centro de Riaño un domingo festivo. No había niños jugando. Ni ancianas hablando camino de la iglesia. Ni ganaderos en la tasca hablando de sus problemas cotidianos. Nada. Sólo vacío.



La realidad de la tragedia: desolación e impotencia de la gente expulsada de su pueblo.
Más adelante se iniciarán las demoliciones de Burón y Vegacerneja, hoy en día apartados a un lado del embalse, y que se vieron afectados parcialmente por el agua. Un par de sabotajes ocurridos por aquellos tiempos no son sino los últimos coletazos de una resistencia que no llegó a cambiar el rumbo del destino: se quema alguna maquinaria y se hace estallar un artefacto explosivo en uno de los pilares de un puente. Nunca se supo la autoría de los mismos.

El viaducto que da acceso desde el sur atravesando un pueblo asesinado.

El 31 de diciembre de 1.987, a las 15:30 se lleva a cabo el cierre oficial de la presa a cargo del Ministro socialista de Obras Públicas, el mismo partido que 6 años antes cuando estaba en la oposición se oponía y solicitaba el derribo de la presa. Tras unas riadas que se revelan contra la obra, se inicia definitivamente el llenado del embalse y el anegamiento del valle unos meses después.
Ya no hay cigüeñas criando sobre chopos en el esperpento del nuevo Riaño. Ya no hay vega. Ya no hay prados, ni setos, ni el oso cruza ni campea por sus llanos; ahora tiene que rodear una banda árida cuando se deja caer por allí. Se inundó el valle, y el valle se transformó en la tumba de las ilusiones y la esperanza de la gente, a medida que el nivel del agua subía y se tragaba los prados fértiles en los que, hasta entonces y desde hacía centenares de años, había pastado el ganado. El Esla que había fertilizado la llanura rodeada de montañas, ahora ahogaba sin quererlo el valle de Riaño, crecía y engordaba constreñido entre las laderas de la montaña oriental leonesa, convertido en un féretro de agua.
El tiempo va pasando desde aquel fatídico año, ya lejano para muchos. Mueren los más viejos del lugar y llegan las comodidades de la modernidad haciendo que el olvido también engulla la memoria y que se desvanezcan y diluyan los recuerdos. Se anestesian y desaparecen.




El valle del Esla unos kilómetros río arriba de la presa. Verano del 87.



La misma zona en el verano del 88



Durante el verano del 88

Ya no vemos la palabra, pero en la mente de todos los que fuimos testigos de aquel crimen, sigue presente en lo más profundo de nuestro corazón.

DEMOLICIÓN


Firmado
Jesús Nicolás Sánchez

4 comentarios:

MISTERRORESFAVORITOS dijo...

Una entrada muy emotiva , me ha conmovido , la verdad que aquello fué una verdadera aberración pero los que somos de fuera no conocemos con tanto detalle lo que allí pasó y como se resistió durante tanto tiempo.
saludos y felices fiestas

Roberto dijo...

Si Jonchu, aquello fue lo que fue ayer. Hoy pasan muchas cosas parecidas, con distintos nombres y en distintos lugares del territorio, pero con identicos Responsables...lo unico que cambia es nuestra percepcion del daño. No es que no tengamos que hacer algunas cosas...es que tenemos que PENSAR en COMO las hacemos( trasbasar agua del Ebro por las buenas, por ejemplo...)Expropiar un terreno para un " bien comun" es una cosa. Que te quiten tu casa y tus recuerdos de una vida por dinero, no me parece sencillo ni aplicable con regla del tres. Vuelvo a repetir; como hacemos las cosas nos da o nos quita la razon para hacerlas...luego los responsables salen indemnes del daño que hacen.
Se nota que para mi esta fechas no son muy felices, ni fiestas.
Pero Todo pasa compañero!!! Gracias y feliz Vida!!

Roberto dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Malditas mentiras....
www.riañovive.com